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por los habitantes del caserío para contribuir a su sustento y al de sus animales domésticos.
El auge de la villa se produce al inicio del siglo XVIII cuando el Marqués de Villavicencio traslada el asiento del mando militar a la población de Santa Cruz. Hasta la mitad del siglo la guerra de secesión en España, los ataques y saqueos de corsarios a las islas fueron constantes. Se sucedieron numerosos Comandantes Generales que con mejor o peor acierto gestionaron la defensa y la economía de la Villa. En 1746 pasó a tener 3728 habitantes. Merece destacarse el hecho de que en 1763 se estableció por primera vez un correo marítimo entre Cádiz y Santa Cruz de Tenerife que duró poco tiempo.
El 12 de junio llegó a Santa Cruz el Mariscal de Campo, Miguel de la Grúa Talamanca, Marqués de Branciforte, de origen siciliano, prohombre que tuvo que gestionar la extinción de un pavoroso incendio acaecido el 28 de septiembre de 1784 que arrasó 51 casas y 22 quedaron arruinadas.
Se debe al Marqués de Branciforte la disposición de crear una plaza arbolada en la Marina de Santa Cruz. En 1787 se encargó al ingeniero Andrés Amat de Tortosa dirigir la obra según su proyecto sobre un solar próximo a la orilla del mar de un pequeño jardín público arbolado para que los vecinos pudieran pasear. En este espacio de 79 metros de largo y 17 de ancho se plantaron cuatro filas centrales de plátanos del Líbano y dos laterales de tamarindos cercados con muros de madera. Estos serían los 81 primeros árboles exóticos plantados en la primera alameda de Santa Cruz costeada a expensas de personas acomodadas. Durante mucho tiempo fue éste el único paseo que se frecuentaba en la ciudad. Es probable que los plátanos del Líbano procedieran de La Laguna.
El 19 de junio de 1799 aportó a Santa Cruz la corbeta Pizarro a bordo de la cual llegaron Alexander Baron von Humboldt y Aimé Bonpland de camino a las Indias Occidentales. Veinte y un meses antes, el 25 de julio de 1797, Nelson había sido derrotado en las playas de Añaza en su intento de apoderarse de la isla. El naturalista escribe “Al entrar en las calles de Santa Cruz sentimos un calor sofocante etc... y continúa, “Santa Cruz, Añaza para los guanches es una ciudad bastante linda, cuya población es de 8000 almas”. Al presentarse ante el coronel Armiaga en cuyo domicilio pernoctó aquella primera noche de su estancia de cuatro días en Tenerife, escribe: “No nos cansamos de admirar en su huerto cultivado al aire libre, el bananero, la poinciana pulcherrima y otros vegetales que hasta entonces sólo habíamos visto en los invernaderos”. Esto nos permite afirmar que, al finalizar el siglo, algunas especies arbóreas exóticas habían sido plantadas en las huertas periféricas de la ciudad y en los escasos jardines de las casas señoriales de su casco urbano.
La inauguración del Jardín Botánico de Aclimatación de La Orotava tuvo lugar en abril de 1792 con la plantación de las primeras especies vegetales enviadas por el Gobierno de España procedentes de las colonias españolas. Esta realidad debida al denuedo del ilustre patricio tinerfeño D. Alonso de Nava y Grimón, VI Marqués de Villanueva del Prado es actualmente una de las instalaciones culturales más impor- tantes del patrimonio histórico nacional.





























































































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